Los tiempos de agitación en la Universidad Autónoma de Sinaloa, quedaron atrás. La estabilidad político-educativa y sindical es una realidad en la antigua Casa Rosalina.
Surgen como luciérnagas con luces intermitentes algunos grupos que manifiestan su rechazo cuando se trata de mejorar la estructura funcional de la Institución y una mejor forma de aplicar el contrato colectivo de trabajo. Se resisten a aceptar que el pasado de agitación y de escándalo ya no nos pertenece. La UAS es productora de los hombres y mujeres que la sociedad y Sinaloa necesita.
Muchos rectorados han cruzado por los espacios rosalinos, y sus estilos de gobernar han permitido que la enseñanza aprendizaje y la estabilidad de los trabajadores evolucionen para tener una mejor universidad y una educación de calidad.
Un nuevo emplazamiento de huelga abrió la puerta de la Universidad. Recibirlo como se hace cada año, no representa el temor de huelga segura. Mucho tiempo pasó para que las relaciones entre las partes laborales pudieran avanzar privilegiando el dialogo y no la confrontación. La semilla sembrada por cada Rector ha germinado y crece saneada.
Son tiempos de cambio. El pasado tuvo su aportación. La reforma constitucional en materia de transparencia obliga a los sindicatos a actualizarse. Deben tener sus páginas o portales de transparencia para que publiquen como y en qué se gasta el importe de las cuotas sindicales.
La época del dispendio indiscriminado de los dineros de los trabajadores quedó atrás. Una historia que ofende la memoria con solo recordar la forma tan deshonesta en que se gastaban las aportaciones sindicales sin que hubiese reclamación que se atendiera.
A partir de noviembre del año en curso, los sindicatos tendrán la obligación de llevar a cabo esos sistemas de información. Los trabajadores que aportamos cuotas a nuestros sindicatos tenemos el derecho de saber como se gasta ese recurso. La corrupción tuvo su tiempo, es hora de desterrarla.
Habrá que preocuparse porque los proyectos de contratos colectivos de trabajo para su celebración tendrán que aprobarse por la base sindical, ya quedó atrás que solo la directiva sindical resolviera los contenidos y formas de negociación para celebrarlos. Los convenios de solución a los pliegos petitorios con emplazamiento de huelga deberán ser aprobados de igual forma por los trabajadores para que la huelga no estalle o la lleven a cabo.
A partir de esa fecha, de igual forma, las directivas sindicales no podrán reelegirse por disposición estatutaria, deberán resolverlo con el voto libre y secreto de los trabajadores para que la directiva continue ejerciendo sus funciones por la vía de la reelección.
Por ello, ayer decíamos, que el Rector es un funcionario universitario que continuamente repasa lo que mejor conviene a la Universidad y a su comunidad. Hoy, es el contrato colectivo de trabajo el que representa obstáculos por las inercias perjuiciosas que se han arraigado.
Los trabajadores administrativos deberán tener certidumbre laboral, la gran mayoría no cuentan con sus nombramientos que los acrediten como trabajadores de la Institución. No saben si son de base, de confianza, temporales por honorarios o sujetos a un salario asimilable. Los académicos de asignatura no cuentan con sus dictámenes que deben expedir las comisiones mixtas locales o la comisión mixta general para la admisión o promoción del personal académico, porque carecen de él.
Hoy no se piensa en la huelga, hoy las partes buscan privilegiar el diálogo para resolver la confrontación. Emplazar a huelga es un acto de legalidad, conciliar es un acto de responsabilidad para que las labores continúen y no se afecte la enseñanza aprendizaje de un gran número de estudiantes ni se ponga en riesgo la estabilidad laboral de sus trabajadores. Dirigir la Universidad, es actuar con visón de futuro.
¿Usted qué opina?