Pese al optimismo de los gobiernos, según cálculos del FMI, el rendimiento económico global caerá alrededor de 12.5 billones de dólares entre este año y el próximo.
Noviembre 20 de 2020.
Tras Covid-19, viene la pandemia del endeudamiento: FMI
La pandemia no solo costará vidas humanas, sino billones de dólares a la economía. Por ese motivo, aumentará dramáticamente el endeudamiento de los países.
Según el FMI, ningún país se libra.Todos los observadores coinciden en que el rendimiento económico mundial retrocederá en este año marcado por la pandemia del nuevo coronavirus. No hay indicio alguno que señale lo contrario. Lo que todavía no se conoce es la magnitud del retroceso y las perspectivas de recuperación a medio plazo.
En las pasadas semanas, el Banco Mundial y el FMI hicieron públicas previsiones catastróficas, mientras Gobiernos de todo el mundo ya empiezan a decir que la economía se recuperará rápidamente a partir de 2021. Según cálculos del FMI, el rendimiento económico global caerá alrededor de 12.5 billones de dólares entre este año y el próximo.
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Para Gita Gopinath, economista jefe del FMI, se trata de “la peor recesión” de la economía mundial en las últimas nueve décadas. Y agregó: “Ningún país se libra”. Como consecuencia de la crisis, el endeudamiento público en relación con el rendimiento económico superará este año el nivel máximo hasta ahora, que data del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Para Gopinath, habrá que apoyar la actividad económica y los países pobres necesitarán aún más la ayuda de los ricos. Además, serán necesarias medidas de ahorro estrictas para atajar el endeudamiento. El FMI había calculado en abril un retroceso del 3 por ciento de la economía global en 2020, pero ahora se prevé que sea del 4.9 por ciento.
El organismo espera que en el 2021 se produzca una recuperación, siempre y cuando una tercera ola de la pandemia con nuevos confinamientos no frene el crecimiento. La Eurozona se lleva la peor parte Por su parte, el Banco Mundial pinta un panorama aún peor, con un retroceso del rendimiento económico mundial de alrededor del 5.2 por ciento, aunque esta previsión podría empeorar si prosigue la incertidumbre por la pandemia y continúa el freno a la economía y a la vida pública.
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El Banco Mundial predice una pérdida rotunda del 7 por ciento para los países industrializados, mientras que el rendimiento económico bajará alrededor del 2.5 por ciento en los emergentes. La institución augura una pérdida del 6.1 por ciento en EE. UU. y del 9.1 para la Eurozona. Según los expertos, China, por su parte, crecerá un 1 por ciento.
Cuando el antídoto del dinero fresco se vuelve veneno Tanto las predicciones del Banco Mundial como las del FMI se refieren a la llamada economía real. En el sector de los mercados, la situación es diferente.
En este terreno, los pronósticos son aún más difíciles, porque apenas se conoce el número y volumen de las transacciones financieras que se realizan.
Pero hay una cifra reveladora: mientras los economistas del FMI prevén un retroceso económico mundial de alrededor de 11 billones de euros, solo el banco suizo Credit Suisse CS tiene en su balance anual de derivados casi 51 billones.
A pesar de las repetidas promesas de reducir la banca de inversiones, aumenta sin cesar la oferta de derivados. El negocio de derivados se beneficia, por un lado, de que los departamentos de inversión de los grandes bancos suponen una importante proporción de las ganancias y, por otro lado, de que hay mucho dinero que no se invierte a nivel mundial, porque desde la perspectiva de los clientes es más lucrativo multiplicar el dinero mediante instrumentos financieros que invertir en la economía.
Los creadores de la creciente cantidad de dinero que circula por todo el mundo son los Gobiernos y los bancos centrales, que siguen imprimiendo e inyectando dinero en el mercado para contrarrestar las tendencias deflacionarias y evitar el peligro de recesiones.
Pero el dinero fresco no acaba en la economía, sino en los mercados financieros. Al final, el dinero fresco perjudicará más que ayudará a la economía, sobre todo si el sistema financiero global se encontrara a las puertas de una crisis como la del 2008.