Tesoros del mundo lejos de casa


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¿En dónde están los grandes tesoros del mundo?


Suena absurdo que para apreciar una obra del arte mexica no se deba ir a México sino a Viena, Austria. O que a veces para ver arte griego no se tenga que ir a Grecia, ni a África para ver el arte africano, etcétera. Pero en ocasiones es así, desafortunadamente. ¿Razones? Hay muchas.

 

Por desgracia, grandes tesoros del mundo han sido botín de guerra. Hecho que aleja a piezas de inestimable valor cultural de su lugar de origen. La guerra, por supuesto, no ha sido el único motivo. Se pueden sumar las grandes conquistas, las intervenciones armadas, las colonizaciones y el coleccionismo privado poco ético de algunos poderosos, entre otras tantas razones. Pero lo cierto es que gran cantidad de tesoros de la humanidad se encuentran lejos de casa. Y aunque esto ha abierto recientemente un importante debate sobre el derecho de posesión de estas piezas, este no ha acabado al día de hoy y sigue enfrentando a países enteros.

 

Mientras estos tesoros encuentran el camino regreso a casa, te contamos algunos ejemplos.

 

Los mármoles del Partenón griego

El Partenón griego, construido entre el 432 y 447 antes de nuestra era, es el monumento más importante de la civilización griega antigua y es considerado una de las más bellas obras arquitectónicas de la humanidad. Sin embargo, después de que Grecia cayó en poder del imperio Otomano, empezó su saqueo y progresiva destrucción, esto entre el siglo XVI y hasta el XIX. En especial es recordado el nombre de Thomas Bruce Elgin, un diplomático y arqueólogo británico, que con una dudosa autorización del sultán envió a Inglaterra en unas 200 cajas gran parte de su friso (un bajorrelieve de 160 metros de largo que rodeaba la parte superior de la cella del Partenón en Atenas) y enormes capiteles.

 

Actualmente las piezas del famoso Partenón griego se encuentran en el Museo Británico a 2752 kilómetros de su lugar de origen. El gobierno griego ha solicitado su devolución, pero el museo no ha accedido argumentando que el haberlas llevado a Londres las salvó del deterioro y de la destrucción.

 

La Puerta de Ishtar

La puerta de Ishtar, construida alrededor del 575 antes de nuestra era y ubicada en Babilonia (lo que ahora es Irak), fue la octava entrada monumental de la mítica ciudad fortificada. La construcción, de 10 metros de alto por 14 de ancho, estaba fabricada de adobe y cerámica vidriada, la mayoría de color azul debido al lapislázuli, y decorada con silueta de dragones, toros, leones y seres mitológicos.

Tras descubrirse durante las campañas arqueológicas alemanas de 1902 a 1914, fue trasladada a Alemania donde se reconstruyó. Desde entonces se encuentra en el Museo de Pérgamo, en Berlín, Alemania, a 3961 kilómetros de su lugar de origen. En 2002 se solicitó su devolución, pero fue negada por el gobierno alemán, arguyendo que el país de origen era demasiado inseguro para preservarlas.

 

El busto de Nefertiti

El busto de Nefertiti, que representa a la reina de Egipto y esposa del faraón Akenatón, quien gobernó entre los años 1353 y 1336 antes de nuestra era, es una de las piezas de arte egipcio sin duda más conocidas mundialmente.

Fue descubierto en 1912 por un equipo de arqueólogos alemanes y desde entonces fue llevada a Alemania donde ha estado en distintos lugares, incluyendo la bodega de un banco y en una mina de sal en Merkers-Kieselbach.

 

Actualmente se encuentra en el Museo Neues de Berlín, Alemania, a 4579 kilómetros de su lugar de origen. El gobierno egipcio ha solicitado su devolución en repetidas e infructuosas ocasiones: el Museo asegura que Neferteti “es la mejor embajadora de Egipto en Alemania”.

 

Las estatuas de los monarcas del reino de Dahomey

Esta estatua es únicamente una pieza de la gran cantidad, de entre 4.500 y 6.000 objetos, que habrían sido llevadas a Francia por colonizadores y misionarios, durante la colonización francesa del occidente de África. El reino de Dahomey, a quien pertenece la elaboración de dichas piezas, floreció en ese territorio entre los siglos XVIII y XIX.

 

Actualmente, muchas de esas piezas se encuentran en el Museo Branly-Jacques Chirac, en París, a 4395 km de su procedencia, pero quizá no por mucho tiempo. En 2018 el presidente francés Emmanuel Macron anunció la devolución de los objetos históricos de origen africano y el pasado enero de 2020 fueron devueltas las primeras 28 piezas.

 

El tesoro de Quimbaya

El tesoro de Quimbaya se trata de 122 piezas de oro precolombino de una calidad espectacular encontradas en 1890 en el sitio de la Soledad, cerca de Filandia, Quindío, Colombia. Recibe dicho nombre por haber sido construido por los “Quimbaya”, una civilización indígena colombiana conocida por su producción de piezas de oro de alta calidad y belleza.

En 1893 fue obsequiado por el presidente de Colombia Carlos Holguín a la reina de España María Cristina de Habsburgo-Lorena. 122 años después, en 2017, Colombia contempló solicitar su devolución y España se mostró abierta a la posibilidad; sin embargo, al día de hoy Colombia todavía no presenta la solicitud formal.

 

Actualmente es exhibido permanentemente en las colecciones del Museo de América de Madrid, en España, a 9142 kilómetros de su lugar de origen.

 

El Penacho de Moctezuma

El “Penacho de Moctezuma” es una magnífica joya del arte plumario precolombino mexicano fabricado con plumas de quetzal, entre otras aves, montadas sobre una base de oro adornada con piedras preciosas. Se supone perteneció a Moctezuma II Xocoyotzin, emperador azteca entre 1502-1520, quien, según la leyenda, se lo obsequió a Hernán Cortés. Se dice también que este último lo envió a España, pero lo cierto es que no se supo más de él hasta que apareció a finales del siglo XVI en la colección personal del archiduque austriaco Fernando de Tirol.

 

Desde entonces se encuentra en Alemania. Actualmente se localiza en el Museo del Mundo de Viena a 9978 kilómetros de su lugar de origen. El gobierno de México ha solicitado en varias ocasiones su devolución, pero en 1990 el gobierno austriaco determinó que el retorno de la pieza no era posible pues las vibraciones causadas por un vuelo hasta México podrían dañarla.

 

Definitivamente, la realidad de muchos tesoros del mundo es que se encuentran bastante lejos de su lugar de origen, lejos del contexto que le den un sentido más integral. Mientras tanto, continúan las solicitudes y los debates. Una parte, defendiendo que las piezas forman parte del patrimonio cultural de ese país y que, por tanto, no se pueden enajenar. Y, la otra, preguntándose ¿por qué debemos devolver lo que hemos preservado?, ¿pueden los países pobres o en guerra cuidar los hallazgos arqueológicos? Pero, tú, ¿qué piensas? ¿crees que las piezas están mejor en donde están o que pertenecen a su lugar de origen?, ¿se les puede apreciar adecuadamente en su lugar actual o causarían mayor impacto en el país de su creación? ¿crees que este tipo de arte debe de considerarse patrimonio universal?Cuéntanos en los comentarios.


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