SANTA MISA, DOMINGO IV DE ADVIENTO. DICIEMBRE 22 DE 2024.


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¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?

Domingo 22 de diciembre de 2024

“Oh Rey de las naciones”. MR p. 149 [165] / Lecc. I p. 246. LH

IV Semana del Salterio.

¡Oh Rey de las naciones y deseado de los pueblos, piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!

ANTÍFONA DE ENTRADA

Is 45, 8 Cielos, destilen el rocío; nubes, lluevan la salvación; que la tierra se abra, y germine el Salvador. No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Te pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros corazones, para que, habiendo conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo, lleguemos, por medio de su pasión y de su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos

PRIMERA LECTURA [De ti saldrá el jefe de Israel.]

Del libro del profeta Miqueas 5, 1-4 Esto dice el Señor: “De ti, Belén de Éfrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel, cuyos orígenes se remontan a tiempos pasados a los días más antiguos.

Por eso, el Señor abandonará a Israel, mientras no dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos se unirá a los hijos de Israel.

Él se levantará para pastorear a su pueblo con la fuerza y la majestad del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz”. Palabra de Dios.SALMO RESPONSORIAL

del salmo 79 R

. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos. Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines, manifiéstate; despierta tu poder y ven a salvarnos. R. Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. R. Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido.

Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder.

SEGUNDA LECTURA [Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad.]

De la carta a los hebreos 10, 5-10 Hermanos: Al entrar al mundo, Cristo dijo, conforme al salmo: No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te agradan los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije – porque a mí se refiere la Escritura –: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad”. Comienza por decir: “No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado”, – siendo así que eso es lo que pedía la ley –; y luego añade: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad”.

Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez por todas. Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Lc 1, 38 R. Aleluya, aleluya. Yo soy la esclava del Señor; que se cumpla en mí lo que me has dicho. R. Aleluya

EVANGELIO

¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme?

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45 En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel.

En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno.

Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. Palabra del Señor. Se dice Credo.

ORACIÓN DE LOS FIELES:

Pidamos el auxilio del Señor, para que –apiadado del pobre y del oprimido– venga a salvar al mundo de sus males:

1. Para que todos los fieles se dispongan a recibir a Cristo como lo recibió María y, como ella, conserven sus palabras en el corazón, roguemos al Señor.

2. Para que aquellos hermanos que han abandonado las prácticas cristianas –pero que acudirán, sin embargo, a la iglesia en las próximas fiestas de Na- vidad– descubran la buena noticia del Evangelio, no como rayo fugaz, sino como luz permanente que puede iluminar y alegrar toda su vida, roguemos al Señor.

3. Para que las fiestas del nacimiento del Señor alejen las tinieblas de quienes viven sumergidos en dudas e incertidumbres, y colmen los deseos de quienes se sienten descorazonados y tristes, roguemos al Señor.

4. Para que el nacimiento de Cristo nos ayude a renunciar a los deseos mundanos y a vivir sobria y honradamente, esperando la aparición definitiva del Señor, roguemos al Señor.

Dios nuestro, que elegiste como templo de tu permanencia a María –la humilde hija de Israel– concéde- nos vivir siempre plenamente adheridos a tu voluntad, imitando la obediencia del Verbo, que vino al mundo a cumplir lo anunciado en las Escrituras. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que santifique, Señor, estos dones, colocados en tu altar, el mismo Espíritu Santo que fecundó con su poder el seno de la bienaventurada Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor. Prefacio II o IV de Adviento, pp. 485 o 487 [486 o 488].

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Is 7, 14 Miren: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien le pondrá el nombre de Emmanuel.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Habiendo recibido esta prenda de redención eterna, te rogamos, Dios todopoderoso, que, cuanto más se acerca el día de la festividad que nos trae la salvación, con tanto mayor fervor nos apresuremos a celebrar dignamente el misterio del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 591 [598].


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