HISTORIA DOLOROSA
Por: Javier Salazar Rodríguez.
Diciembre 4 de 2024.
Quiero contarles una pequeña historia de una familia normal, pero con una distinción particular que sí marcaba diferencia de otras; pero no dejaba de ser normal, sólo diferente.Una pareja se casa, tienen una hija muy bonita, muy inteligente, muy capaz; los padres, siempre trabajando en conjunto para darles una vida especial una buena educación. 6 años después nace el varoncito, a así, va creciendo la familia, muy trabajadores los padres, siempre buscando dar lo mejor a sus bellos hijos.
El papá por aceptar buenas oportunidades de trabajo, se va del estado donde nació, en el miso país; pero poco después, ya que se había instalado, se llevó a su familia con él. Le hacían falta.
La vida toma tintes especiales cuando nosotros queremos, porque si no hacemos algo, para verla bonita se irá a donde la lleve el viento, o los demás.
Ya juntos, en otro lugar que no es el de origen, se intentó adaptar la familia completa, pero no lo logró. A pesar del tiempo y el buen trabajo que desempeñaba el jefe de la familia, no llegó la adaptación que se buscó y regresaron a su ciudad natal, donde los 4 habían nacido.Con buena preparación académica de ambos, se instalaron de nueva cuenta, siempre haciendo una buena labor en lo que se refiere al trabajo u ocupación; con ambos trabajando, que ahora se acostumbra y requiere, siempre salían adelante con los gastos.
Hubo un momento en el que no les fue muy bien, en cuestión económica, y le piden al papá de la familia que desempeñe algunas actividades fuera del estado, pero más cercano que la vez anterior, fue por eso que aceptó irse. “Para estar mejor” dijo el jefe de la familia feliz. Cada que podía, estaba con la familia, casi cada fin de semana regresaba y se iba en domingo por la noche.
Prácticamente se vivía bien, con mucho trabajo y sacrificando algunos momentos especiales, pero el tiempo que se daban era de calidad, muy fuerte. Así lograron un poco de adaptarse al tipo de vida que fueron haciendo.
Pero apenas pasaba la primera quincena del penúltimo mes, de hace ya, algunos años, una imprudencia de un tipo, causa una desgracia en la familia, era un automotor que atropella a los pequeños de esta familia que estaba super unida, creciendo, avanzando en todos los aspectos; pues llega esta desgracia y cobra la vida de la pequeña que, apenas había cumplido 12 años. El niño, con apenas 5 añitos, salió afectado de manera considerable, pero logró sobrevivir al accidente.
Pero de inmediato se viene el padre de ambos a su ciudad natal. Ya sin poder hacer algo para cambiar la realidad, la muy cruel realidad que estaban viviendo.
Con todo el dolor de su alma, hace lo cristianamente posible para entregar a su pequeña a la madre tierra. Sin mucho aliento logra sobreponerse porque debía enfrentar la realidad de la salud de su pequeño, que, si bien es cierto, para entonces ya estaba fuera de peligro, requería de toda su atención y amor.Me imagino que el matrimonio se consolidó de manera especial, después de vivir esta experiencia. Lo que más llama la atención, después de que la pequeña, físicamente no está en casa, es que cada día de su cumpleaños, se reúnen los amiguitos de ella, los que fueron sus compañeros de escuela con sus respectivos padres, todos son convocados por la familia y se reúnen en torno al festejo.
Es ahí, cuando el papá de la nena, se puede imaginar cómo estaría su hija después del transcurrir algunos años, y ver crecer a las niñas y los niños que fueron sus compañeros en la escuela.
Muy doloroso el imaginar cómo fuera. Por lo regular, nadie falta, es una reunión de mucha importancia, supongo, tanto para la familia bonita, como para las familias de los excompañeritos de la nena.“Nos cambia la vida, en un instante, nos cambia la vida” menciona el papá, que ya casi a un lustro de esa desgracia, ya sin su hija, que “Ya casi fuera mayor de edad” y respira profundo, en una charla muy corta que tuve con él.
“Y todavía el seguro, no hace lo que tiene qué hacer” dice, también.
Debemos gozarnos de manera especial, como si fuera el último día, como si estuviéramos viviendo de manera temporal, porque así es. Siempre nos esperan nuestros seres queridos, pero no sabemos cuándo será la última vez que nos veamos. Es por eso que no debemos desaprovechar todos los momentos, siempre que estemos juntos hay que decirnos cuánto nos queremos. Siempre.
Dr. Javier Salazar Rodríguez miembro activo de la Asociación de Periodistas de Los Mochis APELMO, Director General de la revista REDes de APELMO