Nadie nace enseñado, nadie es lo que es sólo porque sí, o porque sus antecesores así lo determinaron, cada quien debe elaborar su propia función, con capacitación constante. Indiscutiblemente.
Para llegar a tener una licencia, una profesión, se requiere de estar mucho tiempo en capacitación: desde la que todos debemos tener que inicia en la preprimaria, primaria, secundaria, bachillerato, aquí es donde ya inicia las primeras elecciones; es aquí donde existe la posibilidad de elegir unas optativas y te vas por donde te gustaría dirigir tu profesión. Depende del bachillerato en donde estés; una vez terminada la preparatoria (también así llamada) se dirige hacia donde consideramos habrá una preparación más específica.
En esta etapa, es donde la capacitación se deja ver con más especificaciones. Cuando se elige bien, cuando no son los padres quienes eligieron tu carrera, lo más seguro es que se pueda terminar en tiempo y forma y eso ayuda mucho; pero cuando se está estudiando lo que no es del agrado de quien lo hace, se complica mucho más.
Si son muchos los padres que quieren que sus hijos sean lo que ellos son, sólo que con mucha inteligencia se puede uno “Zafar” de es imposición que, si no se puede quitar, causará muchos problemas más tarde.
Se presume que entre el 30 y 40% de los jóvenes cambian de carrera en los primeros semestres, esto, muchas veces por la falta de orientación vocacional y/o las decisiones que se toman sin las debidas precauciones; o lo ya mencionado, que los padres los impulsan hacia donde ellos estuvieron en esa época de su vida.
Si queremos saber qué es lo que deberíamos estudiar, deberíamos primero, responder a una pregunta; ¿Qué haríamos sin cobrar?, una vez que sepamos qué es lo que nos gusta mucho, qué nos es sencillo realizar, podemos investigar qué se tiene que estudiar para trabajar de esa manera.
No es fácil, sobre todo porque a esa edad, son muchas las actividades que pasan por la mente de los jóvenes, pero una buena orientación por parte de los padres y la familia en términos generales, será de mucha ayuda para los jóvenes, que siempre tendremos de esa edad, listos para emprender una aventura educativa distinta, tal vez, a la que nos sumergimos los que ya somos adultos.
Recordemos que nadie nace enseñado, que cuando estamos pequeños no sabemos a ciencia cierta qué es lo que haremos. Si el papá es médico, no debe ser que el hijo lo sea, no por obligación; si el papá es abogado, por qué el hijo o la hija debe ser lo mismo; finalmente, cada quien habrá de vivir su vida.
Fácil no es, pero podemos ayudar mucho a que los jóvenes estudien lo que les parezca mejor, desde sus aptitudes y facilidades para hacer las actividades que se les encomienda.
Hagamos lo que nos toca y dejemos que los que deben elegir, elijan.