La evolución del trabajo de la mujer en las diferentes actividades productivas, en particular en la seguridad pública, le da ese impulso renovado y la humaniza.
Viernes 29 de abril de 2022.
Recibí un reproche que considero justificado porque a juicio del reclamante, porque este tema debe ser atendido con la seriedad que merece para desterrar el hostigamiento y el acoso que sufren continuamente muchas mujeres que han decidido desempeñarse como policías.
No es común que la mujer se revele contra los constantes acosos que tienen que soportar vulnerando sus libertades ante las lascivas pretensiones de sus jefes inmediatos o titulares de las corporaciones policiales. Toleran los abusos porque de ello depende que no haya represalias y se queden sin trabajo. Son pocos los casos que trascienden al conocimiento público por la indiferencia gubernamental de ponerles atención.
Quien me reprochó, fue por mi omisión en mi nota de ayer, de no mencionar otros lugares del estado en que las mujeres policías han sufrido o sufren de esos abusos ultrajando su dignidad, como el Choix, El Fuerte, Sinaloa, Guasave y Mazatlán, aunque en realidad se da en todas las instituciones de policía.
Para atender ese problema, si es que hay interés, sería conveniente, que, dentro del secretariado ejecutivo del consejo estatal de seguridad pública, operara una contraloría de la policía, con representación ciudadana para que periódicamente se lleven a cabo consultas al interior de las policías para conocer la existencia de esos hechos, determinar su gravedad e imponer las sanciones que procedan.
En teoría y en los hechos debería ser así, aun cuando se sabe que habría resistencias ante una estructura militar al mando de las instituciones policiales. El militar no es proclive a obedecer las decisiones provenientes de la autoridad civil, partiendo de la premisa que el propio gobernador tiene que sentarse en las zonas militares diariamente y atender las directivas que surjan de esas reuniones.
También es un asunto de la comisión estatal de derechos humanos para que de oficio lleve a cabo visitas de verificación para conocer ese tipo de sucesos que ocurren en las corporaciones de policía e iniciar de oficio, sin necesidad de queja formal, los procedimientos por violación a los derechos humanos de la mujer policía.
Si se parte de la premisa que quien debe presentar la queja sea la mujer afectada por el hostigamiento o el acoso, es exponerla ante los mandos policiales y revictimizarla, porque podría ser castigarla por insubordinación o indisciplina al reglamento policial. El problema no es sencillo, aunque lo parezca.
La mujer no es un objeto sexual, la mujer es un apoyo esencial en el desempeño policial, porque el trabajo femenino en las policías es una actividad profesional y digna. En los operativos de revisión a ciudadanos, deben participar mujeres policías en el esculque de objetos o revisión corporal en mujeres, para no violentar derechos de las personas sujetas a esos actos de autoridad y evitar abusos si se llevara a cabo por hombres.
Dignificar las instituciones policiales, no solo es dotar a sus elementos de una formación profesional adecuada, retribuirles con salarios y prestaciones dignas, también es arraigar en los mandos policiales, la humanización y el respeto como un deber ético esencial en el comportamiento policial. La mujer, por su propia condición, y ante un trabajo que pone a diario su propia seguridad, merece nuestro reconocimiento por su lealtad y entrega al servicio de los demás. ¿Habrá respuestas?