Esta semana santa de pandemia ha puesto a prueba la eficacia de la autoridad sanitaria para evitar la propagación de contagios.
Primero señalamos en este espacio que la autoridad había dejado por un lado la importancia que tradicionalmente había tenido este operativo para la seguridad familiar enlos centros de recreo y la seguridad de su patrimonio en sus ausencias domiciliarias.
Un operativo desairado y un control sanitario rebasado. Por curiosidad, el que esto escribe, fui a realizar una visita por la central de autobuses de esta ciudad y me percaté que las recomendaciones para los usuarios del transporte de pasajeros no son lo suficientemente rígidas para evitar el contagio del covid-19.
La capacidad total por unidad es de aproximadamente 45 personas. La autoridad sanitaria estableció como medida de prevención un abordaje máximo del 50% de su capacidad, o sea entre 22 y 23 personas como pasajeros por tratarse de unidades de transporte cerradas.
En la central de autobuses, la aplicación de la medida sanitaria se deja al arbitrio del transportista, el usuario solo se sube, se sienta y espera su traslado, sin preocuparse de los riesgos de contagio en un lugar tan reducido por desconocer si alguno de los pasajeros lleva el virus de la muerte.
Naturalmente que la medida sanitaria no se cumple. En ese recorrido de curiosidad hice dos preguntas, a un operador y a dos pasajeros. El primero solo respondió cuando lo cuestioné si no consideraba una situación de riesgo de contagio llevar demasiados pasajeros dentro del autobús y solo contestó que con el cubrebocas puesto no había
problemas. Los pasajeros me manifestaron que se tenían que arriesgar, que lo entendían, pero había necesidad de trasladarse al destino que llevaban.
De la autoridad sanitaria ni sus luces, en ningún momento hizo acto de presencia o que se le haya visto en dicho lugar. Estuve un buen número de horas, el mismo fenómeno de camiones llenos y usuarios en riesgo. Un virus que emigra y otro que llega.
Un experimento de verificación tan sencillo pone a la vista ese desgano criminal que tanto se le ha reprochado a las autoridades de salud. La pandemia continua, los hospitales en crisis, medicamentos caros y escasos y el número de personas que fallecen se sigue incrementando.
Lamentable también, que no haya conciencia social, que no estemos colaborando y haciendo lo suficiente en desterrar esa irresponsabilidad oficial, que no hayamos tenido el coraje y la capacidad para exigir que las medidas sanitarias funcionaran y haber impedido que la pandemia enlutara nuestra vida familiar por ese virus sin control.
Que el todopoderoso nos ayude a mitigar las consecuencias que nos puede acarrear el desenfreno social en sus visitas a balnearios, playas y centros de recreo, y no sean la causa de que el virus continúe haciendo sus estragos en la salud y en la vida de cualquiera de nosotros.
Consuelos tontos como el que dijo el Presidente: si viene esta tercera oleada que el virus nos agarre vacunados.