COMO EL AVE FÉNIX 3° PARTE
Por: Roberto Montoya Martínez
Itzel Miranda es na mujer admirable, que no se arredra ni rinde fácilmente. El asumir el
cáncer como un diagnóstico es propio de alguien que tiene los arrestos suficientes para
hacer frente a eso que también le llama circunstancia. Detesta que le llamen guerrera,
pues no es una lucha, sino una convivencia, ya que gracias al diagnóstico cambió de vida y
pensó un poco más en ella y en sus seres queridos. Aquí va la última parte de esta
interesante entrevista, donde Itzel abrió su corazón.
MI PROPIA NUEVA REALIDAD
“La ahora llamada nueva realidad la afronté con paciencia, con reflexión…te lo diré por lo
claro, no he estado al pendiente de las noticias al ciento por ciento. De hecho, decidí
cortar de tajo con los medios de comunicación, no postear nada en mis redes con relación
al Covid 19, porque al principio de esta pandemia todavía vigente, era una cosa
exagerada. La paranoia se veía en cada uno de los mensajes, y dicha paranoia fue
propiciada por el manejo que hicieron los medios de comunicación, tanto virtuales como
tradicionales. Partiendo de lo anterior, me alejé de los grupos de whatsapp y similares
cada vez que se tocaba el tema de la pandemia. Si alguien quería charlar conmigo y tocaba
el tema en cuestión, le cortaba el avión, ya que no quería que se abordaba ese tópico. A
esas personas las invitaba a tocar todo tipo de temas, así fueran triviales, pero si se
empecinaban en charlar sobre temas escabrosos y negativos, simplemente, daba por
terminada la conversación”.
MI FUERZA RADICA EN MI VULNERABILIDAD
“Yo no he padecido la pandemia como tal. Claro que tomo mis precauciones, pero eso sí,
no comparto de ninguna manera el sobrellevar la pandemia estando encerrados. Al
contrario, soy de la idea de que hay que aprender a vivir con esto que será una constante
en nuestras vidas. Esto, comparado con otras cosas, no es nada. Empero, es una lección
que debemos aprender, pues vendrán otras cosas que nos van a poner a prueba.
Recordemos la llegada de la Influenza, que ciertamente nos puso a temblar, sin embargo,
le restamos importancia a la naturaleza, el universo, Dios o como lo quieras llamar. Este
virus que el universo, el cosmos o lo que sea nos ha enviado, nos da una segunda
oportunidad para probarnos. Pero lejos de aprender la lección, hay una desobediencia
civil evidente. La gente como zombi, está desorientada, no sabe lo que hacer. Ignorancia,
desesperación, lo que quiera que sea, trae a la gente en vilo. Mucha gente hospitalizada,
otros tantos han partido para siempre, ha sido producto de la ignorancia de la que te
hacía mención. Como trágica paradoja, los seres humanos son todo, menos humanos, al
contrario, son inhumanos. Pese a la situación prevaleciente, parecen estar hechos de
piedra, hielo o metal. Somos amantes de hacer fiestas, realizar reuniones, organizar
fiestas, etc. Ah. Pero cuando llegamos a enfermarnos, pedimos que nos atiendan de
inmediato. Ya sea a cualquiera de nosotros o a uno de nuestros familiares. Y al sentirnos
ignorados, les gritamos airadamente al médico de guardia, a la enfermera, y hasta al
intendente, a fin de que nos brinden atención, sin importarnos que ellos tienen pacientes
que atender, y que son prioridad. ¿Por qué no nos increpamos a nosotros mismos? ¿Por
qué no nos regañamos pidiendo no salir de casa? ¿Por qué no nos gritamos exigiéndonos
hacer las recomendaciones de las autoridades de salud? Nosotros llevamos a cabo una
actividad de senderismo, salimos con nuestras familias. Papá, mamá y los hijos, pero eso
sí, sin hacer bola. Cada familia va por separado, con cubrebocas puesto, gel alcoholizado y
manteniendo la distancia prudente. El estar en contacto con la naturaleza, es el mejor
paliativo para sobrellevar esta crisis de salud pública. Soy partidaria de salir, pero con
responsabilidad. Hay personas que dicen hipócritamente –Yo no salgo ni a la vuelta de la
esquina, me cuido mucho- Y cuando llega la familia, están hechos bola, sin cubre boca, y
sin guardar la distancia debida. Quizás esas personas no se enfermen, pero tienen
contacto con otro tipo de personas, y he de ahí que se propicia el contagio. Obviamente
los más vulnerables son los más perjudicados. Se ha dicho de mí que soy vulnerable por el
cáncer, empero, hago oídos sordos a esos enjuiciamientos. No puedo darme el lujo de ser
vulnerable. Si me sugestiono diciendo –Soy vulnerable- naturalmente adquiriré esa
condición. Tampoco soy la Mujer Maravilla ni cosa que se le parezca. Tomo mis
precauciones y guardo la distancia recomendada, eso sí, sin exagerar la nota. Para mi es
menester estar en contacto con la tierra, la naturaleza, la flora y la fauna, de esa forma
adquirimos anticuerpos que nos ayudarán a sobrellevar esta situación, llenarme de
oxígeno, en fin, todo aquello que nos ayude a lidiar con esta situación. Hay que aceptarlo.
Ciertas actividades no podrán desarrollarse presencialmente, tal es el caso de la
educación. Si no cuenta con presupuesto para lo más indispensable, menos lo va a tener
para adquirir litronas de gel antibacterial, sanitizantes y lectores de temperatura, entre
otros implementos para adecuarnos a este nuevo escenario. Yo le platiqué a mi marido lo
siguiente- Si acaso las escuelas regresan a la actividad en las actual circunstancias, prefiero
que pierdan el año-“.
COMO SI NADA
“¿Quiéres saber qué pasaba por mi mente al saberme con Cáncer? Simplemente, nada. Lo
que ha de ser, que sea. Bienvenido. Sé muy bien lo que tengo que hacer, y como lo he de
hacer. Debo estar activa, evitar el sedentarismo, debo cuidarme, comer saludablemente,
monitorear mi salud, pero eso sí, no clavarme en el diagnóstico. Lo mío no es tirarme al
drama. Lo último que ocupa mi mente en estos casi dos años, es justamente eso, el
diagnóstico. Llevo una vida normal, activa, nada ni nadie me detiene. Mi mente se agota,
mi cuerpo, también sufre algunos estragos, tampoco soy de palo. En lo que si estoy cierta,
es que no vivo obsesionada, ni aferrada, mucho menos priorizando el diagnóstico. En
síntesis, llevo una vida normal, hago lo que tengo que hacer y como lo he de hacer,
siempre y cuando, mi cuerpo y mi mente me lo permitan. El tratamiento si me pegó,
particularmente en lo mental. Tenía problemas de concentración, para ligar palabras,
para poder expresarme, en fin, digamos que me agoté mentalmente. Reitero, siempre he
llevado mi vida de lo más normal”.
SOY RESPONSABLE DE LO QUE ME PASA
“En lo tocante a mi familia, me dije –Voy a vivir, lo que tenga que vivir, y seré feliz-
afortunadamente lo he logrado. Nunca he forzado las cosas, ni lo he de hacer. Si había
medicamento, bien, y si no, también. No iba a mortificarme ante la falta de medicamento.
Cuando acudí a la farmacia, me dijeron lo siguiente –No hay medicamentos en existencia-,
a lo cual contesté –Ah que bueno-. Me quedé una de tantas veces que acudí a recibir
medicina, y escuché a una señora quejándose amargamente así –Apenas se puede creer
que no haya medicamento- estaba muy airada, y le comenté a la señora –Mire, si no la
mata el cáncer, si morirá de un coraje. No vale la pena que se enoje. No hay
medicamento. ¿Qué se le va a hacer? Cuando lo haya nos lo ponemos, y si no lo hay, ya ni
llorar es bueno. Por lo pronto, hay que vivir el momento feliz-. Le seguí comentando a fin
de aplacar su furia –Bien es cierto, el gobierno ha sido irresponsable al dejar de su mano a
los enfermos de cáncer, pero también a los diabéticos, a los hipertensos, y a personas que
padecen toda surte de enfermedades. Bien podemos exigirle al gobierno sin necesidad de
hacer corajes, pues de hacerlo así, nos vamos a amargar, nos vamos a enfermar más de los
que estamos ya. Debemos canalizar todos esos sentimientos y sensaciones negativas
como el coraje, la frustración, la amargura, la impotencia, la ira, eso hay que transformarlo
en energía positiva. Por citar un ejemplo, si vives en el desamor, empieza a quererte un
poco más, no esperes que el amor llame a tu puerta, quiérete, ámate, primero eres tú.
Estoy enojado, te enojas porque quieres, no porque alguien te haya dado motivo. Estoy
triste, si te entristeces es porque tú lo quisiste así, nadie tiene la culpa. En eso se traduce
mi aprendizaje. De mis emociones o de mis broncas, el responsable soy yo, la gente no
tiene nada que ver”.
Ella es Itzel Miranda. Un mujer in doblez que añora volver a las aulas algún día. En esta
nueva dinámica no solo cursó un doctorado, sino que también emprendió un nuevo
negocio. Es innegable que el llegar a una situación límite nos orilla a explorar otras áreas
de oportunidad. Tal fue el caso de Itzel Miranda, que como el ave fénix, resurgió de entre
las cenizas. Gracias amiga por competir tu testimonio de vida. Eres una inspiración para
todos nosotros. Aunque te choque recibir loas. En palabras de un ex presidente mexicano,
que sigas arriba y adelante.