PLÁTICA DE CAFÉ 1° PARTE
POR ROBERTO MONTOYA MARTINEZ
Por: Roberto Montoya Martínez
En un café de céntrica avenida, me di cita con una mujer excepcional. Una comunicadora nata., humana, pero también revolucionaria. Ha invadido las redes sociales con sus conversatorios, causando asombro tanto a propios como a extraños. Su breve paso por la TV abierta, le dio las tablas para desenvolverse con naturalidad. Tuvieron que pasar casi 20 años para que se hiciera de un lugar en los medios, ahora dentro de las redes sociales. Vamos a tomarnos un café en la grata presencia de Graciela Cueto. Una mujer igual que todas.
SOY TAN FUERTE COMO EL PUEBLO DONDE NACÍ
“Soy una mujer muy inquieta, nunca paro, mi mente siempre está trabajando. Fui una niña nacida en un pueblito chiquito llamado El Fuerte, Sinaloa, y eso me dotó de las suficientes armas para poder sobresalir. Siempre tuve vena artística, mi familia siempre ha tenido dotes artísticas, gustan de cantar, tocar instrumentos. No en balde las reuniones familiares de fin de semana me gustaban mucho. Aún recuerdo que mi madre nos motivaba a escuchar música, pero de la buena. El ser oriunda de El Fuerte fue fundamental en mi vida, pues crecí ejerciendo mi libertad, y al llegar a Culiacán a estudiar Ciencias de la Comunicación, esa carrera me abrió los ojos y puso ante mí un mundo maravilloso. Ahí encontré mi verdadera vocación, Me gustaba comunicar, me gustaba decir cosas, tener contacto con la gente, e incluso influir en las personas, por eso considero que haber estudiado la carrera de Ciencias de la Comunicación fue lo mejor que me ha sucedido”.
ASÍ EMPECÉ EN LOS MEDIOS, Y ASÍ TAMBIÉN TERMINÉ
“La Escuela De Comunicación Social fue sin duda, un lugar muy grande a pesar de lo pequeño de sus instalaciones, pues había maestros de calidad, y cada uno de ellos muy profesionales dentro de sus ramas. Te puedo citar los nombres de Hannah Okamura, Rodolfo Díaz Fonseca, la propia directora María Teresa Zazueta, Carlos Zazueta, Hilario Gastélum entre otros. A Hilario Recio lo conocí cuando me dio por estudiar música en el EMUAS. Amén del prestigio que la escuela tenía, todos quienes pasamos por esas aulas éramos bien recibidos en cuanto medio de comunicación nos paráramos.
De inicio estuve en el periódico NOROESTE, lugar muy cercano a la maestra Zazueta, luego trabajé en el extinto DIARIO DE CULIACÁN, y hasta incursioné en la TV gracias a una tarea escolar que nos dejaron, la cual versaba en entrevistar a una personalidad de los medios de comunicación en aquel momento. Yo, aventada como aún sigo siendo, me aventé la puntada de entrevistar al entonces gerente general de Canal 3, el Lic. Carlos Sandoval, y producto de ello, me propusieron que trabajara con ellos.
Y así fue, permanecí en el canal por espacio de un año como locutora grabadora. Lo mismo grababa comerciales, lo mismo tenía mi propio programa de TV. Con esto corroboré que sí tenía vocación para esto, y mi estancia en el canal me dotó de las herramientas necesarias para tenerle más amor a esta bonita carrera. Tras mi estancia en la televisora, me fui a hacer mi servicio social a DIFOCUR, el ahora llamado ISIC. Ahí no solo estuve con mi maestro Carlos Zazueta en el área de museos, sino que también participé en cierta forma en el Festival Cultural Sinaloa, donde yo hacía los programas, donde daba a conocer las actividades que se iban a realizar en torno a esta jornada cultural. Con esto me di cuenta que nací para esto. Desarrollé mi carrera como comunicadora”.
EL ESPERADO REGRESO INESPERADO
“Tras dejar de ejercer mi profesión, pues resulta que me caso. Como elegir es renunciar, elegí dedicarme a mi familia y renuncié a mis aspiraciones de ser comunicadora. Fue una pausa muy larga donde me consagré en cuerpo y mente a ser madre, esposa y mujer de mi casa.
Tuvieron que pasar casi 20 años para volver a estos jaleos. Pese a ello, siempre mantuve mi inquietud y avidez por aprender cada día algo nuevo.
Hice una Maestría en Desarrollo Humano, también hice diplomados en Logoterapia, hasta me metí a la parte psicoterapéutica. Si estudié eso en principio, fue en función de mis hijos y mi matrimonio, y sobre la marcha me percaté del potencial que yo tenía y que podía ser una gran influencia en las personas con todo ese conocimiento adquirido. Como una comunicadora, no solo hablo, también sé escuchar, eso abona a lo que es mi misión de vida.
El compartir todo lo que yo aprendí en mi maestría y mis otros cursos y diplomados, ha sido de utilidad para acercarme a la gente y transmitir un mensaje de alivio, esperanza y fe. Pensando en ello, arranqué un programa donde podía hablar de los temas que yo quería y que fueran del interés de la gente a la que quería llegar, claro, siempre y cuando tuviera como trasfondo el Desarrollo Humano”.
Esta plática de café se puso buena, pero es menester hacer una pausa. Hay que atender el llamado de la naturaleza. Tendremos más de Graciela Cueto en nuestra próxima entrega.