Expresar una opinión con libertad es una ofensa para algunos, para el que lo hace, una forma de privilegiarla.
Martes 31 de mayo de 2022.
Doy gracias por haber cortado el hilo que me subordinaba al poder de gobernar mi voluntad. Fui rechazado en mis aspiraciones para llegar a dirigir la investigación de los delitos. De seguro, muchos compromisos se encontrarían y difíciles de erradicar.
Investigar es lógica y ciencia, toda complicación tiene solución, si el hecho se quiere resolver. Tejer los hilos de conexión para dar con el que cometió el delito, es virtuoso porque llevaría a detener al culpable sin importar el muro que lo proteja. Quizá eso es lo que no se quiere. Las complicidades surgen de las sombras, pero con imágenes que los delatan.
Es gratificante disfrutar de libertad. No estar sujeto al humor de si es bueno o malo del que da las órdenes. Se tiene que estar disponible las 24 horas del día y los 365 días del año. El que ejerce el poder político, es quien ordena a quien se le investiga y a quien no o cuando menos haga como que se investiga pero que de ahí no avance.
Lo comento porque casualmente una de las preguntas en la entrevista realizada para el nombramiento del Fiscal, fue en el sentido de cuál sería la respuesta al funcionario que ordenara dejar de investigar un delito. La respuesta fue, ignorarlo, continuar con el delito y de ser posible abrirle carpeta de investigación por delitos cometidos por servidores públicos o por los que atentan contra la procuración de justicia.
Quien ha vivido la experiencia, de recibir una orden para dejar de investigar un delito, sería molesto y terriblemente decepcionante. ¿Ese será el criterio para nombrar a un funcionario? ¿Tener obediencia ciega para cumplir las órdenes que se reciban?
Los intereses políticos son complejos, pero todos comprometen a quien asume el poder. El político no es libre, no es moralmente virtuoso, y tampoco cabe en la definición socrática de libertad. Un político o un gobernante que no es libre en la toma de sus decisiones es un esclavo de las disposiciones de otros. Ese es el clásico político que nos gobierna.
Un político con moral tendría libertad para decidir. Sería como una luz nueva que daría vigencia a la teoría kantiana de que se actuaría con autonomía, porque la moral en el ser humano está ligada a la racionalidad y no a la complicidad degradante.
Desterremos las ficciones morales, porque es una restricción que afecta al hombre y descompone a la sociedad. Que beneficioso para todos que en la política prevaleciera la filosofía de la moralidad y en los políticos los valores sustentados en la reflexión racional y la honradez.
Comento la anterior, por las contradicciones en que incurren las autoridades en algunos delitos que se investigan. Dejan la racionalidad gubernamental para abrazar el discurso mediático que desorienta y confunde. Por un lado, el Presiedente de la República y el Gobernador Rocha Moya informan que pronto se tendrán las ordenes de aprehensión contra los probables responsables del crimen de Luis Enrique Ramírez, pero la Fiscal Estatal los objeta porque dice tener oros datos.
La imaginación que solo es fantasía construye cortinas de humo y confunde a la sociedad, ahora nos dicen que han sido capturados algunos hombres que detuvieron el paso del grupo de periodistas portando tenebrosas armas de fuego y que acompañaban al Presidente en su reciente visita a Sinaloa. Seguro que los detenidos son chivos expiatorios para callar la inconformidad social que ese hecho provocó.
Dejar actuar al servidor público con libertad para realizar su función sería moralmente ético y fomentaría la confianza. Sócrates decía, un hombre libre no es aquél que puede hacer lo que le plazca, sino solo aquello que tienda a perfeccionarlo y que lo vuelva virtuoso. Es el valor superior al que aspira toda sociedad. Ser gobernada por hombres libres, moral y racionalmente honestos.