LA ESTRATEGIA NO ES MILITARIZAR LA SEGURIDAD PÚBLICA


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Cifra numérica impresionante de soldados y la inseguridad se vuelve el peor de los retos para un gobierno que se ha visto indefenso ante el poderío de la fuerza delincuencial.

Diciembre 4 de 2024.

La estrategia de la delincuencia organizada hasta hoy se ha visto con más capacidad para enfrentar a una fuerza militar que se supone está preparada para la guerra. En estos momentos, Sinaloa se encuentra en un estado que impone la necesidad de implementar técnicas de combate contra la guerra de guerrillas de los delincuentes.Esas técnicas de combate deben ser aquellas que se permitan en zonas habitadas en la que los delincuentes están con todas las ventajas. La calidad de garante de las autoridades les obliga a ser cautelosos para atacar con la fuerza de que se dispone, pero siempre protegiendo la seguridad personal y colectiva de la población.

La estrategia de abrazos y no balazos, aunque no se quiera reconocer por el fracaso político de la medida implementada, fue la que permitió reposicionar a las organizaciones criminales y dotarse de todas las capacidades bélicas para que llegado el momento utilizarlas en su defensa en contra del gobierno.

Esta experiencia de extrema inseguridad permite visualizar el grave inconveniente de haber desaparecido la policía civil federal y desmantelado la de los estados y municipios, que pudo haberse saneado si se encontraban infiltradas, como se dijo, por redes criminales. Era un asunto del gobierno y la medida de saneamiento no hubiese tenido mayor problema si la determinación se hubiere tomado apartada de celos políticos estúpidos. Las aduanas se pusieron bajo control militar, o sea, de la Marina, y las entradas de productos ilícitos continúan pasando lo que quiere decir que la corrupción no era de las autoridades civiles que ejercían esa función antes de pasarlas al control militar.

El sexenio que se fue y el que ahora empieza, siguen utilizando el mismo sistema de apoyarse en la fuerza militar para combatir asuntos que deben ser de las autoridades policiales civiles, pero la soberbia política les impide ver más allá de este grave problema que los está exhibiendo como incapaces nacional e internacionalmente.

La soberanía y sus instituciones se defienden con la fuerza militar, los delitos y las situaciones graves de inseguridad se combaten y se resuelven con la fuerza policial civil. El problema es que, ante el desmantelamiento de las instituciones civiles de seguridad pública, el propio gobierno nos entregó a los fusiles de la delincuencia.

En el comentario de ayer, provoque la reacción social con la creación de una policía nacional militar. Claro que quien esto escribe en ningún momento sería capaz de apoyar ese tipo de medidas, porque soy un convencido de cuál es y debe ser la misión del soldado.

Un País soberano, es también el que se preocupa de dotarse de una fuerza policial civil debidamente formada y profesionalizada, y no recurrir a lo que pone en riesgo la estabilidad de las instituciones de seguridad pública y de la investigación de los delitos.

Fue una absurda y torpe determinación haber sacado de los cuarteles a la fuerza militar porque vestirlos de policía es ponerlos en ridículo y manchar las distinciones de las que siempre se habían merecido.

La debilidad política es parte de las decisiones fallidas que como gobierno se toman. El voto no fue para destruir instituciones, fue para dotar al pueblo de todos los sistemas de protección que garanticen su seguridad y los derechos fundamentales como el patrimonio y la seguridad jurídica.

Atentar contra el poder judicial abusando de una sobrerepresentación legislativa violando sin pudor el texto constitucional, será un hecho que lo juzgará la historia como crimen de lesa humanidad. Juzgadores de tómbola, un riesgo para todos.

La sociedad debe reaccionar, se requiere cohesión grupal y no sectorizada. Los comerciantes afectados recurren solos a reclamar al gobierno federal seguridad en Sinaloa.

Los demás sectores organizados parece que no reaccionan ante la gravedad que se está padeciendo. No olviden que su propia seguridad personal está peligrando. Es un aviso de las consecuencias que pueden ocurrir después, de las que ojalá no debamos lamentar.

La UAS no se toca, la autonomía universitaria se respeta.


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