No es raro observar en periodo de elecciones las emociones naturales que aparecen en los rostros de los que han sido favorecidos por las decisiones cupulares de sus partidos. Diferente en aquellos que con sus esfuerzos personales han logrado salvar los requisitos para participar de manera independiente.
No creí ver que en algún momento se reunirían en un mismo proyecto político a partidos antagónicos. Seguro coincidimos, PRI, PAN Y PRD juntos en una elección. Sus filosofías políticas difieren entre sí, no en cuanto a sus fines, pero si en cuanto a las formas de atender la problemática social.
Era impensado ver que una alianza entre dichos partidos pudiera darse, por sus arraigadas diferencias, y que ahora los lleve a participar en una elección conjunta. Era un imperativo realizarlo, ir juntos para deshacer el excesivo control del Ejecutivo sobre el legislativo. Llevar a las gubernaturas en juego, a personajes que frenen un sistema político autoritario como lo hemos visto desde el inicio de esta administración federal.
Los rostros de los favorecidos con la designación a ocupar puestos de elección popular se desfiguran por el asombro y la emoción. Se alistan para desplegar sus campañas electorales y las descalificaciones entre sí, empiezan a brotar.
Las alianzas entre partidos, desatan efervescencia en muchos pero también enconos políticos, es natural, no hay convicciones políticas. Los anima un interés común, ganar la elección y poner freno a un gobierno autoritario y pernicioso que mucho daña las condiciones del País.
Un partido político viene arrollando en el electorado nacional, no porque la gente esté convencida de que sea el mejor, sino por ser quien se ocupa en otorgarle su beca sin tener que trabajar y menos estudiar. Esas bondades se pueden revertir, el País se queda sin dinero, no hay inversión, no hay producción, se acaba el empleo, los alimentos se encarecen, podemos colapsar.
No es momento de alegrías, hay luto y dolor en numerosas familias mexicanas, que se pacte una alianza nacional que acabe con la ineptitud para gobernar y desterrar la corrupción. México seguirá de pie.
La volatilidad en las convicciones políticas, en mucho se debe, a la incapacidad de los partidos de avanzar solos, requieren de las alianzas para llegar a donde quieren. Saquemos el mejor provecho, la defensa del federalismo y del estado de derecho, que sea una realidad.
El País está en crisis, es tiempo de rescatarlo.
2021, vota por un autentico federalismo y respeto a la soberanía de los estados.
