El recinto marino, considerado el más grande de Latinoamérica, duró cuatro años en construcción y finalmente puede ser visitado por el público
Domingo 7 de mayo de 2023.
Después de que varias veces se pospuso este momento, finalmente este sábado abrió sus puertas al público el nuevo Gran Acuario Mazatlán Mar de Cortés, considerado el más grande de Latinoamérica.
Fue una pareja de Durango y Coahuila la primera en ingresar a este recinto, donde el 90 por ciento de las especies que se exhiben son del Mar de Cortés, considerado como el acuario más grande del mundo por el marino y científico francés, Jaques Casteau; y el 10 por ciento son especies de otras partes del País y otras naciones como Japón.
Desde este día y los 365 días del año, los mazatlecos y visitantes podrán ingresar a las tres áreas del recinto que son las de Tierra, Costa y Océano, para observar las diferentes especies de flora y fauna que ahí se exhiben.
La apertura se realiza este 6 de mayo tras cuatro años de construcción y una inversión de mil 800 millones de pesos, 600 millones de ellos del Gobierno federal y mil 200 millones más invertidos por el desarrollador y empresario turístico, Ernesto Coppel Kelly.
“Este edificio también tiene una historia y esta historia (representa) un edificio que estaba en el fondo de las aguas del Mar de Cortés habitado por todas las especies que ahí viven y surge alguna situación, movimientos tectónicos y este edificio surge de las aguas del Mar de Cortés”, manifestó la titular del Comunicación Social del nuevo Acuario, Rocío Barragán.
“Entonces nosotros somos los visitantes o los exploradores que llegamos a ver cuáles son las especies que ahí habitan, el 90 por ciento de las especies que tenemos aquí son especies del Mar de Cortés, por eso es el nombre, Acuario del Mar de Cortés, un edificio que ‘surgió’ de las aguas del Mar de Cortés, por eso van a encontrar que en sus muros todavía chorrea agua y por eso van a encontrar también esa vegetación colgante y diferentes tipos de especies que son de esa área, solo el 10 por ciento también son visitantes”.
Al recorrer las áreas de Tierra, Costa y Océano que ahí se exhiben, niños, adolescentes y adultos se impresionaron al ver las diferentes especies como las tortugas, rayas, peces, caballitos de mar, pero de lo que más los sorprendió fue la Pecera Oceánica, donde pudieron observar tiburones, rayas más grandes y diferentes tipos de peces.
“Tiene 2.5 millones de litros de agua, por el momento tenemos aquí en Oceánica tiburones gata o nodriza y acá arriba tenemos tiburones de hábitos más de superficie, sacar su aleta a superficie, en la parte de arriba puedes verlos sacando su aletita”, dijo el personal encargado de la exhibición en la Pecera Oceánica, que tiene un acrílico de 48 centímetros de grosor.
“Esto es una recreación de una parte que podemos encontrar en el Mar de Cortés, por ejemplo”.
Los visitantes también pueden pasar por un túnel por debajo de la Pecera Oceánica desde donde pueden ver los diferentes tipos de peces y tiburones nadando a un lado o sobre ellos solo separados por pocos metros y por el acrílico.
Decenas de ellos pudieron ver la exhibición del trabajo de dos buzos y uno de los momentos para alimentar a las especies que ahí se encuentran.
También pueden sentir la sensación del reventar de las olas si se colocan debajo de unos de los acrílicos; pueden observar por medio de videos lo que se podría ver desde un submarino explorando el fondo de mar y ver otras especies como medusas o reptiles de las áreas desérticas de los estados que colindan con el Mar de Cortés, como Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa.
Señalan falta de rampas
Lo que llamó la atención de algunos visitantes al Gran Acuario Mazatlán es que en el inmueble no se observan rampas o elevadores para personas con discapacidad y que necesitan trasladarse utilizando sillas de ruedas o algún otro aparato.
Señalaron que ningún trabajador del lugar les indicó alguna alternativa para ingresar que no fuera por una gran escalera en cuyas paredes se puede ver una especie de cascada simulando un edificio que emerge del mar.
“¿No hay elevadores? Mi esposa tiene una dolencia en un pie y tuvo que subir todas las escaleras”, dijo uno de los visitantes que iba en familia al llegar a la parte más alta de la escalera en mención.
“Debería haber elevadores”, insistió.
En el inmueble no se ven señalamientos que indiquen la existencia de elevadores o hacia dónde dirigirse para tomarlos, ni se observan rampas.