LO DIJO MONTOYA: LA GRANDOTA DE CAMARGO.


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LA GRANDOTA DE CAMARGO


Por: Roberto Montoya Martínez

DICIEMBRE 3 DE 2023.

El pasado 30 de noviembre celebró un año más de vida, una intérprete vernácula sin igual. Dueña de un estilo único. Su belleza era imponente.

Ya en la madurez de su vida, decidió mejorarse la fachada de la manera más fácil, pero resultó que estaba difícil. Ese atentado contra su salud no solo le dio por regalo la afectación de parte de sus facultades, sino que la retiró de manera forzada del medio artístico.

Pese a ello, siguió recibiendo reconocimientos y homenajes públicos, ensalzando su trayectoria. Recordemos juntos con la fuerza del corazón, parte de la vida y obra de Lucha Villa.

Luz Elena Ruiz Bejarano, bautizada artísticamente como Lucha Villa nació en Camargo, Chihuahua, el 30 de noviembre de 1936, es una de las más destacadas cantantes en la historia del género ranchero, además de reconocida actriz tanto en cintas de corte campirano como del cine de autor de los años setenta, de gran golpe comercial en los ochenta y del “nuevo cine mexicano” en los noventa.

Con La media vuelta, su primer éxito a comienzos de los sesenta, se le abrirían las puertas a una prolija carrera discográfica, así como a la pantalla grande y la televisión hasta su forzado retiro a finales del pasado siglo.

Gracias a su belleza, alta estatura, voz grave y estilo inconfundible, “La Grandota de Camargo” se consagraría como una de las mejores intérpretes de los más representativos compositores de música vernácula, sobresaliendo los temas de José Alfredo Jiménez (El Rey, Amanecí en tus brazos, Un mundo raro, La mano de Dios, No me amenaces) y Juan Gabriel (Ya no me interesas, Tú a mí no me hundes, No discutamos, Eres divino), con quienes forjó además una estrecha relación de amistad.

En el celuloide son recordadas sus actuaciones en importantes títulos como El Gallo de oro 1964, historia de Juan Rulfo adaptada por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez y dirigida por Roberto Gavaldón en el papel de “Bernarda ‘La Caponera'”, junto a Ignacio López Tarso, valiéndole su primera Diosa de Plata; Mecánica nacional (1972), de Luis Alcoriza (ubicada en el lugar 74 entre las 100 mejores películas en la historia del cine mexicano, consiguiendo permanecer más de siete meses en distintas salas del país), representando al lado de Manolo Fábregas a “Isabel”, la abnegada madre de familia y esposa de un machista reparador de coches, llevándose el Ariel a la mejor actriz; El lugar sin límites (1978), de Arturo Ripstein (entre las diez mejores películas en la historia de la cinematografía nacional), basada en la novela homónima de José Donoso donde dio vida a “La Japonesa”, su más lograda interpretación, como una matrona que se hace de la vieja casa que le alquila como burdel al cacique del pueblo al ganarle la apuesta de llevarse a la cama a la inolvidable “Manuela”, un trasvestista homosexual personificado por Roberto Cobo “Calambres”, ganando el Ariel por la mejor coactuación femenina; Lagunilla, mi barrio I y II (1981 y 1983), de Raúl Araiza, donde, de nuevo con Fábregas, es “Doña Lancha”, la fuerte y sencilla dueña de una tortería en la mítica zona del centro de la ciudad de México, obteniendo su segunda Diosa de Plata; y Lolo (1993), de Francisco Athié, largometraje que refleja la pobreza y marginación en la capital del país, recibiendo el premio de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York (ACE) como mejor actriz de reparto por su interpretación de “Doña Rosario”.

Entre sus últimos trabajos se encuentran: “Doña Herlinda y su hijo” (1984), “La sombra del Tunco” (1988), “Central camionera”, (1988), “Sor batalla” (1990), “Golpe de suerte” (1992), “Encuentro inesperado” (1993), “Misa de cuerpo presente” (1993) y “El fiscal de hierro 4” (1995).

En 1997 se alejó del medio artístico debido al daño cerebral sufrido por las complicaciones de una cirugía estética que le fue practicada en el Hospital Muguerza de Monterrey, Nuevo León, lo que le originó alteraciones en las funciones psíquicas superiores, trastornos motores, además de que estuvo un tiempo en coma profundo.

Poco después, al reportar una leve mejoría, viajó a Cuba en donde también recibió tratamiento médico, y al término de su estancia en el Centro Internacional de Restauración Neurológica presentó una mejoría en su capacidad de memoria, concentración y uso del lenguaje.

Los tratamientos que se le aplicaron estuvieron encaminados a reparar los daños de funcionalidad que presentaba, a partir de la capacidad de regeneración del sistema nervioso central y periférico.

Desde entonces, permanece alejada de la farándula, habiendo realizado participaciones especiales para programas y homenajes efectuado en su honor. En octubre de 2006, Lucha Villa recibió un homenaje en el marco del Festival Internacional de Cine de Chihuahua, al que asistió acompañada de sus hijos y nietos.

En la actualidad radica en un rancho de San Luis Potosí cuidada por sus hijas y aquejada por dificultades motrices, de lenguaje y memoria permanentes.

La Grandota de Camargo está de manteles largos. A pesar del retiro, ella sabe del cariño que le profesó su público, que aún la sigue a través de sus películas, que aún se difunden en la tele, y de las múltiples grabaciones que ha hecho hasta el momento en que cometió la folía de meterse cuchillo.

No lo necesitaba. Su vanidad le cobró un alto precio, y lo sigue pagando con creces. Pues no hay peor cosa para un artista, que estar retirado de los escenarios, aún teniendo mucho que dar. De cualquier modo, muchas felicidades señora bonita. Y gracias por la música y el buen cine.


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