Alrededor de 94 millones de mexicanos son los que componen el padrón electoral nacional. Una decepcionante minoría nos gobierna.
Me llamó la atención los comentarios basados en estudios serios y cifrados que identifican a investigadores de la comunicación metidos de lleno en ilustrarnos del raquitismo de nuestro sistema político y democrático mexicano.
Se gasta mucho, para sostener un aparato burocrático nacional para organizar y dirigir los procesos electorales, desde la preparación hasta la solución de las impugnaciones de cada proceso electoral. El INE no es el que ha defraudado, quien lo ha hecho son los partidos políticos vividores del sistema que nos ha gobernado.
Miles de millones de pesos se destinan al financiamiento de los partidos políticos. Una democracia demasiado cara y resultados que son de vergüenza nacional. Se ha permitido que se constituyan partidos políticos familiares y no se ha hecho nada para evitar que sucedan esos hechos. Clanes familiares cómplices del poder político corrupto.
Sin duda que ha sido una de las razones para oponerse a la expedición de una ley de partidos políticos nacionales y locales. Una ley que regule adecuadamente, entre otros, la revocación de mandato, la segunda vuelta electoral y la prohibición de coaliciones de partidos políticos y los acuerdos para candidaturas comunes en los procesos electorales. Que cada partido político cumpla en obtener la votación porcentual mínima para sostener su registro y si no que desaparezca.
Basta que el presupuesto de la nación financie a partidos políticos que han servido de instrumentos canallescos para muchos que han hecho de la política su forma de vivir, dependiendo cínicamente como rémoras del financiamiento público del partido político al que dicen pertenecer.
Decirse ganador un partido político con un porcentaje mucho muy inferior al del total de votantes de su municipio, distrito, estado, circunscripción territorial o para presidente de la república, es una vergüenza que debemos desterrar.
Habrá que reconocer que no hemos tenido una cultura política arraigada. Hemos sido una sociedad política de conveniencias y de intereses económicos probados. La corrupción fue la luz que hizo brillar al PRI en sus mejores tiempos, pero también sigue siendo la premisa de los que siguen ejerciendo el poder político que nos gobierna.
Un gobierno de minorías es al que nos hemos acostumbrado. Una democracia pagada con dinero público es lo que hemos aceptado. Somos una sociedad con altibajos, inconforme con los corruptos en el gobierno, pero complacientes con el derroche del presupuesto con programas sociales que no producen, que no incentivan el trabajo y que sirven para manipular el voto ciudadano.
Los partidos políticos tienen militancia porque es un requisito para arribar al poder, porque las candidaturas independientes fueron creadas para soñar que la podemos hacer. Requisitos excesivos y financiamiento burlesco.
El abstencionismo seguirá gobernado por una minoría de votantes porque así lo hemos permitido. Dejamos de creer en los partidos políticos, pero tampoco votamos para que desaparezcan. El voto por los buenos candidatos dará vigor a nuestra democracia.
Dejemos atrás los gobiernos de minorías, el 2024 es un año en el que los ciudadanos debemos demostrar que tenemos el coraje para elegir al gobierno que nos represente con dignidad y con honestidad.
¿Usted qué opina?