Ante el caso de Ricardo Anaya, Diego Fernández de Cevallos aseguró que él no se exiliaría ni aunque “fuera sentenciado a muerte”
Diego Fernández de Cevallos manifestó que a pesar de que entiende la situación que enfrenta Ricardo Anaya, él no se exiliaría de México.
Esa decisión que ha tomado Ricardo de exiliarse la entiendo, pero no la comparto. Yo jamás me exiliaría ni aunque fuera sentenciado a muerte por estos rufianes, pero entiendo a Ricardo Anaya con sólo escuchar lo que acaba de declarar hoy Tartufo, ese ya conocido como Tartufo y que, para desgracia de todos nosotros, tiene la investidura presidencial“, expresó el ‘Jefe Diego’.
Si lo que quiere Tartufo es que Ricardo Anaya sea candidato presidencial en 2024, a lo mejor lo consigue. Juzgue usted: https://t.co/pZtYdfZzm9
— Diego Fernández de Cevallos (@DiegoFC) August 21, 2021
Fernández de Cevallos manifestó en entrevista telefónica que esa es su forma de ser y su decisión de vida, “pero la mía, no tiene por qué ser la misma que las de los demás”.
Apuntó que Ricardo Anaya tiene sus razones para “dar la pelea desde allá, y yo estoy decidido, como siempre, a darla desde aquí”.
Diego Fernández de Cevallos rechazó la declaración del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien comentó que Anaya debería probar su inocencia.
O sea, que debe probar un hecho negativo, cuando las leyes mexicanas exigen que se les pruebe que sí lo recibió. Pero no: Tartufo dice que él acredite que no lo recibió. ¿Dónde queda la presunción de inocencia a la que tiene derecho todo mexicano? Es un asco”, apuntó.
Fernández de Cevallos apuntó que no da asesoría a Ricardo Anaya, “no seré un litigante que acuda a los tribunales para defender su causa, por muchas razones, entre otras, porque el abogado lo que debe calcular es si su presencia ayuda o estorba, y en el caso concreto, para como traigo a este rufián empoderado, en vez de ayudarle, lo habría yo de perjudicar”.
Apuntó que el caso de Anaya confirma que la agenda oficial tiene “dos grandes capítulos: uno, deshacerse de opositores, y segundo, distraer a los gobernados”.
Un amigo me recordaba que Voltaire decía: ‘el último grado de perversidad es servirse de las leyes para la injusticia’. Claro está que este procedimiento no es novedoso, no corresponde sólo al actual Gobierno, pero lo hace más deplorable, más asqueroso, porque estos cínicos dicen que no son iguales. Y ciertamente no son iguales, pero porque son peores. Todos los días se bañan, y se enjabonan con autoridad moral”, concluyó.