COMOEL AVE FÉNIX 2° PARTE
Por: Roberto Montoya Martínez
En nuestra entrega pasada, Itzel –Miranda nos habló un poco de su trayectoria
profesional. También nos compartió la forma en que encontró el amor con Carlos Ugalde,
urgando0 en él su lado sensible. Una mujer apasionada que durante su paso en este
mundo, conoció a un nuevo amigo, que le hizo abrir los ojos, y le dio a probar el amargo
sabor de su verdad. Su nombre: CÁNCER. Ella lo recibió amorosamente, hasta aprendió a
vivir con él. Dejemos que nuestra amiga nos platique de esta relación de amor.
LA UDEO ME DIO, PERO TAMBIÉN ME QUITÓ
“La UdeO, prácticamente es mi segunda casa. Y sin temor a equivocarme, fue la primera,
dado que pasaba más tiempo en la escuela que en mi propia casa. Todo comenzó cuando
estudiaba la carrera, ya terminada esta me integro a trabajar en la universidad. Puedo
decir que dejé mitad de mi vida en la institución.
De 42 años, casi 43 que tengo, dejé 20 de
mi vida en la universidad. La UdeO significa tantas cosas para mí. Nunca vi a la universidad
como mi centro laboral, sino como mi hogar, al grado de que me faltó pasar la noche ahí,
hasta eso que estuve a un paso de hacerlo, pues estando en Los Mochis, mi patria chica,
cayó un huracán, y to en ese entonces, estaba de servicio, es decir, trabajando.
En plena
noche buena, mi cumpleaños, trabajar hasta la 1 a.m. Un 1° de diciembre, trabajé hasta
las 2 a.m. A la escuela le debo mi crecimiento profesional, mi trayectoria profesional, si le
afecta algo a la escuela, me afecta a mí, pues forma parte de mí ser. Es la institución que
marcó mi trayectoria profesional, independientemente de que me formé en sus aulas.
Todo lo que he aprendido ha sido ahí, y no solo en lo académico, sino en mi formación
personal y profesional.
Desde mi etapa de estudiante de licenciatura, pasando después
por el área administrativa, más adelante como estudiante de maestría, y finalmente como
docente, la escuela me ha cobijado al grado de que su logo lo llevo tatuado en mi corazón.
A ella le debo lo que tengo y lo que soy.
Durante mucho tiempo fue mi prioridad, pero
ahora, todo ha cambiado. Mis prioridades son otras, una vida más allá de las aulas, una
familia a quien amar, vivir, simplemente vivir.
Tras mi salida de la universidad, descubrí
que hay un mundo más allá de los límites de la escuela, y de donde también recibí grandes
lecciones de vida. Desde ese momento, decidí que yo, Itzel Miranda, no antepondrá su
trabajo por encima de lo más importante: Mi persona”.
“No niego que me sentí feliz al saber que me reubicarían a comunicación y que dejaba
mercadotecnia. Pero te seré honesta. La mercadotecnia me gusta mucho, donde aprendí a
hacer cosas nuevas y diferentes.
En lo laboral, me amplió la perspectiva como
comunicóloga que soy, y sacarle jugo a ciertos aspectos de la mercadotecnia para
abonarlo a la carrera de comunicación.
Te puedo decir que ambas carreras fueron un
balance en mi carrera profesional como docente, pues aprendí muchas cosas, agradecida
estoy con mis colegas maestros de mercadotecnia.
La dinámica de mercadotecnia es
diferente a las clases de comunicación, y por mucho, es otro ritmo, otra manera de
trabajar. Me dio gusto volver a la carrera de comunicación, ya que tenía las herramientas
suficientes para abonar a la carrera, tanto en contenido como en dinámicas y la relación
con los estudiantes.
Mi intención: formar comunicadores integrales, que el día de mañana
pudiera decir que su preparación fue fruto de su esfuerzo. No basta con que ellos
aprendan de mí, yo también puedo aprender de mis estudiantes, ya que eso mejora la
dinámica de trabajo, cosa que agradezco eternamente. Me quedo con eso. De
Mercadotecnia tengo un recuerdo de amor y gratitud, pues en comunicación implementé
dinámicas para forjar a profesionistas hechos y derechos, comunicólogos profesionales y
gente de bien. Hasta eso que lo hice bastante bien, lejos de toda modestia.
Implementé
todo lo hecho en Mercadotecnia en comunicación, y surgieron buenos proyectos que
sirvieron como modelos de negocios, todo hecho por estudiantes de comunicación. Logré
tal empatía con los muchachos que me externaban sus elogios hacia mi trabajo, se
identificaban conmigo, hicimos comunión. Lo que más disfrutaban es que en mis clases
privilegiaba la práctica, y redujimos el tiempo dedicado a la teoría. “aprendí” de mi
estancia en mercadotecnia, lo cual me llena de satisfacción, debido a que lo que todo lo
que apliqué ahí, se convirtió en una serie de proyectos exitosos, algunos de estos llevados
al mundo real, rebasando las aulas escolares. De no ser por lo aprendido en
mercadotecnia, las generaciones de comunicación que pasaron por mis manos no serían
los profesionistas y profesionales que son hoy día”.
NO TODO FUE MIEL SOBRE HOJUELAS
“Cuando inicié mi carrera como docente en la UAdeO pasé por muchas etapas. Al ingresar
a la plantilla de maestros, no estaba tan verde, pues tuve la experiencia previa de dar
clases en la extinta Universidad Valle Del Bravo en Los Mochis, por tanto, lo que es la
ansiedad, la desesperación, el miedo y la incertidumbre quedaron atrás.
Yo ya sabía quién
era y hacia donde iba. Y en mis inicios como profesora principiante, entré con mucho
entusiasmo a dar clase. Siempre me he distinguido por ser práctica, jamás he sido
partidaria de las clases 100% doctrinales. Lo mío fue ponderar la práctica, sin olvidar la
teoría, lo cual se traduce en el producto final, resultado de lo que el alumnado va
construyendo sobre la marcha.
Esa ha sido mi forma de trabajar, y te lo digo a ciencia
cierta, ha arrojado buenos resultados. He pasado por muchas etapas sin duda. Pasé del
enamoramiento al descubrimiento. No todo es risa y alegría, también me he aburrido,
ante la frustración y la congoja de no sacar del alumnado todo su potencial en ciertas
áreas, ahí pongo el acento y me pongo el reto de especializarme en esa área que me está
fallando o que desconozco para sacar de mis educandos su mejor versión.
En eso se
traduce el aburrimiento del que te hablo. Dichas falencias las tomo como retos para que
en futuras clases poder dar el 200% en comparación a clases pasadas. Dolor, lo conocí, y
recibí compensaciones, pero llegas a un punto en que sientes decepción cuando tú te
entregas por completo, dando el corazón y hasta la vida misma, y viene el reclamo de tus
hijas que te dicen –Mamá, tú trabajas mucho, pero no se refleja en el salario. Tenemos
necesidades que cubrir, no solo en lo educativo, sino también en esparcimiento- Se siente
gacho cuando tus hijas te hablan así, pero que se va a hacer.
Ellas me dieron a probar el
amargo sabor de la verdad. -¡Deja de trabajar tanto si no vas a ganar más de lo que te
pagan!- Ese golpe seco te lacera el ánimo, te decepcionas, al grado de irte un rincón a
llorar ante el reproche de tus propios hijos, que de ti esperan mucho y tú les poco, o casi
nada. Me deprimí, te lo juro, eso me llevó a la reflexión.
Di mitad de mi vida a la
universidad, ¿Y todo para qué? Para vivir del aplauso como los artistas, sin que se viera
reflejado en lo económico y en lo laboral. No hubo mejora en ningún aspecto.”
MI NUEVA REALIDAD
“Aprendí mi lección gracias al Cáncer. Por muy paradójico que suene, gracias al Cáncer no
solo aprendí a dar sin recibir nada a cambio, sino también aprender a vivir sin desvivirme y
matarme trabajando.
A partir de ese momento dejé de dar todo por nada. Yo no quiero
perder lo mejor que tengo. Mi familia, pero sobre todo a mí misma. Primero, yo. Así debe
de ser, porque estando bien yo, mis hijas y mi marido van a estar bien. Otrora mi centro
de trabajo llevaba preferencia, ahora, todo ha cambiado.
Mi jale ocupa el último peldaño
en el escalafón de mis prioridades. LA institución no tiene la culpa de que fuera mi mayor
necesidad, yo por permitirlo. Cierto tipo de personas a las que deposité mi confianza y que
después me jugaron chueco no son culpables de nada, les dejé yo hacerlo. Nadie tiene
culpa de que haya caído en depresión por el cisma personal por el que estaba pasando, yo
por no evitarlo”.
EL CÁNCER ES MI AMIGO
“El Cáncer, contrario a lo que la gente piensa, no es un asesino silencioso. Ni soy una
guerrera, ni tampoco me agrada que me lo digan en mi cara. El cáncer no es un asesino
silencioso como tú le llamas, porque u n asesino te mata sin avisar, sin preguntarte
siquiera.
El cáncer, ha sido todo lo contrario, ha venido a decirnos que debemos
cuidarnos, que debemos amarnos, pero sobre todo, ponernos siempre en primer lugar,
dejando al final al resto del mundo., El cáncer no ha venido a hacerme daño, en todo caso,
el daño me lo hice yo por no cuidar bien de mi salud. El daño me lo provoqué yo, al no
estar pendiente de mi condición física.
El daño me lo he hecho yo por no tener una dieta
balanceada, por no tener actividad física, por manejar altos niveles de stress por querer
comerme el mundo y procurar más los bienes materiales que los del espíritu. He de ahí
que el cáncer ni es un asesino ni ha sido mi desgracia, por el contrario, el cáncer es mi
amigo, ya que llegó cuando menos lo esperaba, en un punto toral de mi vida.
Me enseñó
que para amar a los demás, tenía que amarme yo por encima de todo y de todos.
Entiéndase que no es egoísmo ni vanidad el ser yo mi prioridad antes que mi familia,
porque como dije anteriormente, estando bien yo, estarán bien todos los que yo quiero.
El
cáncer, lejos de ser una enfermedad o un problema es una circunstancia. Prefiero llamarlo
diagnóstico o circunstancia, puesto que es una circunstancia en la vida, no solo mía, sino
también de los demás. Si el cáncer te lo detectan en etapa avanzada, prácticamente no
hay remedio, y siendo así las cosas, ¿Pa’ qué renegar? El jefe de jefes te baja el switch y se
acabó. Empero, la muerte es parte de la vida, aunque suene a frase hecha. Yo siempre me
pregunto porque la gente le tiene ojeriza a la muerte, si es algo natural, máxime en
nuestra cultura.
Muchos me han increpado diciendo –No hables de la muerte, no sea que
esta venga esta casa- Yo soy más de la opinión de que hay que hablar de la muerte, en
particular, de nuestra propia muerte, de la de nuestros seres queridos, porque la pelona
no respeta ningún grado y nos lleva todos al parejo a rendirle tributo a la madre tierra.
De
lo que debemos tener certeza es que la muerte, es puntual y es lo más seguro que
tenemos. Yo hago la invitación a tus lectores a cuidarnos, a prevenirnos porque estamos
en un mundo que se preocupa más en tener que por el ser, evitando conectarse no solo
con la naturaleza, sino con nosotros mismo.
Debemos cuidarnos por nosotros y por
nuestros seres queridos, valorar la vida, solo dios, los hados o la creencia que enarbole
cada quien, nos conceden 24 horas para hacer lo que queramos. Nadie, absolutamente
nadie tiene la vida comprada. Literalmente estamos viviendo de prestado. Así que gente,
vamos a cuidarnos”.
Itzel fue de todo y sin medida. Caída, pero no derrotada. Más que una lucha, es una
convivencia con lo que ella llama diagnóstico. Nos confiesa que le choca, irrita y repatea
que le llamen guerrera, luchadora o prócer.
Simplemente es una mujer. Después de todo,
ella resurgió entre las cenizas como el Ave Fénix. Ella le pondrá la cereza al pastel en la
última parte de esta conversación.
Cierro esta entrega recordando al gran Emiliano
Zapata: “Si deseas ser un águila, vuela. Si deseas ser un gusano, arrástrate. Nomás no
llores cuando te aplasten”.