COMO EL AVE FÉNIX, PARTE 1
Por: Roberto Montoya Martínez
Les quiero presentar a una mujer excepcional. No es la súper Chica, pero emprende una lucha constante. Una apasionada no solo de la docencia, sino también de vivir, vivir cada día como si no hubiera un mañana. Orgullosamente mochitense. Una inspiración para todos nosotros. Ella es Itzel Miranda, que haciendo de lado su modestia, nos abrirá su corazón y compartirá con nosotros su actual proyecto de vida.
ESTA SOY YO
“Mi nombre es Itzel Miranda López, tengo 43 años de edad. Soy madre de dos hijas, soy docente de la Universidad Autónoma de Occidente, cuanto con la maestría en Administración con especialidad en Mercadotecnia, y recientemente he terminado el doctorado en Administración e Innovación Educativa. Independientemente de mi papel de profesionista y madre, soy amante de la naturaleza, me gusta el reciclaje, y mis lugares favoritos son la playa, el bosque el mar, los cerros, el monte, en fin, todo aquello que me conecte con la naturaleza. Si me dieran a elegir entre vivir en la ciudad o en un pueblo, yo preferiría mil, mejor dicho, mil y un veces vivir en un pueblo”.
MIS INICIOS EN LA RADIO
“Mi contacto con los medios se dio mientras estaba estudiando en la entonces Universidad de Occidente unidad Los Mochis, por cierto, soy originaria de dicha ciudad. Recibí la invitación por parte de Radio UdeO para participar como reportera y conductora de un programa. Previo a esto, ya había participado en calidad de invitada o conductora en algunas emisiones de la misma radiodifusora. La entonces directora me escuchó hablar al aire y fue ella precisamente la que me hizo la invitación, me hizo una prueba de locución y como reportera, y al final, nos quedamos con la plaza. Todo eso sucedió un 15 de diciembre de 1998”.
DE PROMOTORA A DOCENTE
“Mis inicios como docente no fue precisamente en la UdeO, sino en la extinta Universidad Valle Del Bravo, que por aquellas fechas estaba en expansión y abrió sus puertas en Los Mochis. Se me hizo la invitación de participar como maestra tras presentarles un plan de medios a fin de promover a la institución, pues era la novedad en mi ciudad natal. Le gustó tanto mi trabajo como publicista que el director de la unidad de la UVB me invitó formalmente a pertenecer a la plantilla de maestros, y yo sin dudar acepté. Mi primer materia a impartir fue –Teorías de la Comunicación- para la carrera de comunicación, e –Introducción a la comunicación- para la carrera de Diseño Gráfico. Paralelamente estaba trabajando en rectoría de la UdeO, en el departamento de Vinculación y Servicios Universitarios. Tras casarme con mi esposo, solicito licencia en mi puesto en Rectoría para mudarme a Culiacán y dar clases en la universidad en la facultad de Comunicación, curiosamente duré poco tiempo ahí, pues al año me reubican en Mercadotecnia, donde di clase a dicha carrera por muchos años. Hasta hace apenas cinco años vuelvo a dar clases a grupos de Comunicación”.
HAY QUE AMAR LO QUE HACEMOS
“Mi vocación docente nació cuando le encontré sabor a lo que hacía. Me percaté de que todo el bagaje profesional que yo tenía de atrás tiempo iba a servirme para poder contextualizar todo lo que viví con lo que iba a darle a los estudiantes. Procuré evitar ser rollera, ya que eso no abona a la formación del estudiantado si la teoría no se complementaba con la práctica. El combinar mis experiencias, tanto en medios como en el área organizacional dentro del campo de la docencia, me dieron las herramientas para poder aterrizar la teoría en hechos prácticos, eso siempre lo agradece el estudiantado, pues eso lo emociona, lo entusiasma, y eso me lo hace saber. Esto es a grosso modo por qué nació en mí la vocación en ser docente, porque uno aprende a amar lo que hace, producto de que has hecho las cosas bien. Más que una profesión, la docencia me llena y me motiva a seguirme preparando día tras día”.
LLEGUÉ A CULIACÁN PARA QUEDARME
“Vine a Culiacán en primera instancia para estudiar la maestría en administración con especialidad en mercadotecnia, dado que en Los Mochis no había ese postgrado. En ese inter estaba noviando con el que ahora es mi esposo. Le expuse que quería irme a Culiacán a realizar estudios de Postgrado, y que iba a solicitar mi cabio de adscripción acá por motivo de mis estudios. Ahí fue donde se dio el flechazo. Calos me tira el sable, pidiéndome matrimonio, aprovechando que iba a permanecer en la ciudad, me dijo, -De una vez quédate-. Así fue que se escribió esta historia de amor, pues curiosamente, a la par de mis esponsales, ya me establezco en Culiacán definitivamente. Lo que hace el amor”.
ASÍ CONOCÍ AL HOMBRE DE MI VIDA
“A Carlos lo conocí mientras trabajaba en el área de Relaciones Públicas de la misma universidad. En el área de Rectoría donde yo estaba, era el cerebro maestro donde dependían ciertos departamentos de la propia universidad, entre ellos el área donde sigue estando Carlos. Cuando me comisionaban a eventos realizados en Culiacán, organizados por la Universidad, o en su defecto, donde tenía una participación importante, es donde comencé a conocer a Carlos. El trato se profundizó un poco más cuando se celebró hace unos cuantos ayeres un congreso sobre Acceso a la Información Pública, el cual se llevó a cabo en Culiacán. Sobre la marcha nos fuimos conociendo poco a poco, producto de la dinámica laboral en la que estábamos inmersos, o yo iba a Culiacán, o él iba a los Mochis. Él comenzó a averiguar sobre mis gustos musicales. Le comenté un fía que me gustaba como canta Tania Libertad, una de mis intérpretes predilectas. Entonces, sucedió un día en que ella se presentó en esta ciudad, y Carlos me avisa con antelación porque quería invitarme a su concierto. Para ese efecto, organicé mis cosas, vine a Culiacán, acudimos al concierto, luego fuimos a cenar, y desayunamos al día siguiente. Ese fue formalmente el inicio de nuestras relaciones”.
COMPAÑEROS EN EL BIEN Y EL MAL
“No solo fuimos compañeros de trabajo, sino que hasta la fecha seguimos siendo compañeros de vida. Hemos compartido juntos nuestro gusto por la música y por el basket ball. Al tiempo tomé un diplomado sobre Periodismo, y curiosamente fue impartido en el área donde estaba Carlos. Se profundizó nuestro trato, comimos muchas veces juntos, y un día de tantos, él fue a Los Mochis acompañado de un amigo de Guamúchil. No habíamos formalizado nuestras relaciones, pero ya había entre ambos un interés mutuo de hacer vida en común. Cuando cae de repente en mi casa, me sorprendí, pues se denotaba que él si estaba interesado en mí, y entendí que ya era hora de rebasar esa delgada línea que existe entre la amistad y el amor, había dado el primer paso. Al tiempo, él me participaba de las reuniones que hacía con sus amigos. Carlos me hacía la invitación, y yo con gusto acepté ir, iba a Culiacán a las dichosas reuniones con su círculo de amistades más cercano. No éramos dados a ir a las discotecas, preferíamos acudir a bares, pues somos más de una onda bohemia, tranquila, ir a un buen lugar donde escuchar música y beber una copa de vino. O él iba a mi ciudad, o yo venía a Culiacán, total, que quedamos flechados. La agenda ya estaba armada. Lo mismo íbamos a restaurantes, que a conciertos, eventos culturales, bares, etc. Ambos nos dimos cuenta de que éramos afines, aunque suene a frase hecha, cada quien encontró su alma gemela”.
PAGAR EL NOVICIADO
“Como buena maestra principiante, tuve miedo, ansiedad y emoción. Eso lo experimenté en mi debut como docente en la Valle Del Bravo. Los maestros que éramos novicios, teníamos el nerviosismo a flor de piel, se denotaba cierta inseguridad. Era relativamente joven, y pues imagínate, dar clase a un grupo de chavos que eran de 5 a 7 años menores que yo. Me enfrenté al monstruo de mil cabezas y ellos creían que por ser joven iban a mandarse de a feo y pasársela cachetona, pero les salió el tiro por la culata. Como docente soy responsable, estricta, íntegra, formal. Puedo bromear, pero no transijo con la informalidad, la ausencia de compromiso, la irresponsabilidad. Fue muy hermoso, pagué el noviciado justamente por mi juventud. Al final de todo, me percaté que sí tenía madera para ser maestra, se me daba de entrada, por mi facilidad de palabra, que es uno de mis blasones, y porque siempre me preparo a conciencia. Yo no me pararía ante un grupo si no antes tener preparada mi clase, llevar mis materiales, conocer el tema que voy a disertar ante la clase. Hasta el sol de hoy jamás me he parado ante un grupo sin tener conocimiento de la materia que habré de impartir y el tema que voy a compartir con la gente. Empero, si se me pide dar una materia que no me cuadra, que no me llena, o que desconozco, no la daría aunque me paguen el triple, por un lado, por respeto a mis estudiantes, y por el otro, por respeto a mí. Por encima de todo, está la ética profesional”.
Así dio inicio no solo una historia de amor, sino una historia de vida. En nuestra próxima entrega conoceremos más de Itzel Miranda, que es toda una superviviente de la lucha por la vida. Resurgiendo como el Ave Fénix de entre sus cenizas.
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