La defensa de la soberanía y de las instituciones no se ejerce combatiendo a la delincuencia o fungiendo como constructores y empresarios.
Enero 16 de 2025.
Al parecer se entró en un nuevo ciclo. Las fuerzas armadas dejaron de lado su lealtad a las instituciones y al mando supremo, para convertirse en subordinados de un poder político degradante. Las fuerzas armadas no son partidarias de la fuerza política que arriba al gobierno, las fuerzas armadas se deben a su misión constitucional como custodios de la soberanía y la defensa de los mexicanos ante las acechanzas de fuerzas enemigas extranjeras.
La fuerza armada militar le debe lealtad al Jefe Supremo que es el Presidente de la República, pero de ninguna manera pueden convertirse en subordinados que les haga perder su misión como soldados de la Patria y no del Presidente.
La fuerza armada militar, es un elemento fundamental del estado mexicano, pero de ninguna manera pueden ser parte de partido político alguno o de corriente política distinta a sus deberes y fines como fuerza militar. La misión política del soldado es la defensa de la patria y sus instituciones. Son garantes de nuestra soberanía y asegurar nuestra independencia ante cualquier acechanza del exterior.
Las fuerzas armadas han sido maltratadas y gradualmente desacreditadas. En este espacio de opinión se ha mencionado que el soldado no fue formado para convertirlos en policías, albañiles o empresarios ya que el Presidente de la República decretó que serían los posesionarios y administradores del aeropuerto Felipe Ángeles, Refinería Dos Bocas y del Tren Maya. El soldado construyó aeropuertos, refinerías y ferrocarriles, y muchos militares fueron utilizados como albañiles en la ejecución de dichas obras.
Pero no solo eso, el presupuesto destinado a la realización de esas obras fue clasificado como de seguridad nacional. Un hecho que violó disposiciones constitucionales y legales ya que la naturaleza de esas obras públicas no cae dentro de la descripción de los instrumentos del estado que deban ser clasificados como de seguridad nacional.
Al soldado, se le asignaron otras funciones como cuidar y administrar aduanas y puertos y los hicieron propietarios de Mexicana de Aviación, una empresa en ruinas y una estafa al presupuesto nacional. Los marinos en lugar de vigilar los mares y litorales mexicanos de posibles amenazas extrajeras los pusieron a cuidar que no entraran al País productos ilícitos con los que se pudieran fabricar drogas sintéticas como el fentanilo.
Las fuerzas armadas han sido utilizadas en funciones de vergüenza, el mando superior ha sido incapaz para fundar y motivar que los abrazos y no balazos es un lema que no es propio ni aplica en la disciplina militar.
El militar ha perdido su autoridad para hacer que el Jefe Supremo respete la investidura del soldado y su misión. Los Secretarios de la
Defensa y el de Marina, son los mandos en los que descansa la seguridad y la confianza de hacerse respetar y que se respete a la fuerza armada que representan.
El soldado ha sido llevado a una posición indigna. Fue sacado de los cuarteles para llevarlo a la calle y ponerlo al frente de la guerra contra la delincuencia organizada. El soldado no es policía y no debió permitirse por el mando superior que los vistieran de gendarmes y mandarlos a que atraparan delincuentes.
La disciplina no es subordinación ciega. La lealtad es un deber superior del soldado como custodio de los mexicanos, de su patria y de sus instituciones. El soldado no puede ser parte de ningún partido político, el soldado es garante de la lealtad institucional sin importar el partido o corriente política que asuma la dirección del País.
La desvaloración militar es una consecuencia política del grado de complicidades de los gobiernos federal, estatales y municipales en no tener instituciones policiales que respondan a la confianza ciudadana, pero no puede ni debe ser un pretexto para utilizar al soldado en funciones que lo degradan y lo desacreditan. Secretarios de la Defensa y de Marina, ustedes tienen la palabra.
¿Usted qué opina?