Pese a grandes éxitos en la lucha contra diversas enfermedades, en sus 75 años de existencia la Organización Mundial de la Salud también ha recibido numerosas críticas.
La sede de la organización se encuentra en Ginebra (Suiza), y cuenta con seis oficinas regionales.
“Sin duda, experimentaremos amenazas para la salud de forma más frecuente y más graves en el futuro”, dice Wafaa El-Sadr, profesor de epidemiología y medicina de la Universidad de Columbia, en Nueva York. “Por eso, tenemos que trabajar duro para enfrentar unidos esas amenazas. Eso significa pensar más allá de las prioridades nacionales y unirse en torno a prioridades conjuntas. Y lo que es más importante, apoyar a organizaciones como la OMS que trabajan por el bien común”.
Erradicación de la viruela
Uno de los mayores éxitos de la OMS tuvo lugar en 1980, cuando la organización anunció oficialmente que había eliminado una enfermedad común, pero muy mortal: la viruela. “Quizás el éxito más notable fue la erradicación de la viruela, la única enfermedad humana que ha sido erradicada”, dice El-Sadr. “Si bien hubo muchas entidades involucradas, el papel de la OMS fue vital para unir al mundo en torno a este objetivo”, explica.
Christoph Gradmann, profesor de Historia de la Medicina en la Universidad de Oslo (Noruega), dice que la erradicación de la viruela es un ejemplo perfecto del mejor trabajo de la OMS, en escenarios de acuerdo político. “Cuando los estados miembros no están en sintonía sobre cómo proceder, la organización queda paralizada”, dice Gradmann. “Durante la Guerra Fría, hubo un amplio acuerdo en los dos bloques sobre la erradicación de la viruela como un objetivo a abordar”, señala.
¿Un fracaso con el ébola?
Muchos expertos coinciden en que el brote de ébola de 2014 en Guinea, Liberia y Sierra Leona, cuya emergencia global duró hasta de 2016, es uno de los peores trabajos de la OMS. La organización fue criticada, entre otras razones, por no reaccionar a tiempo para enfrentar la situación. Sin embargo, El-Sadr estima que muchas críticas se debían al desconocimiento de la forma en que trabaja la entidad.
“Había expectativas poco realistas, muchos esperaban que la OMS se desplegara con fuerza para enfrentar el brote, pero eso no está dentro del mandato de la institución. Su papel es guiar la respuesta, orientar, no ir a un país a abordar una amenaza específica”, dice El Sadr. Gradmann está de acuerdo. “La OMS es una organización democrática, no es la policía mundial de la salud”, sostiene.
De hecho, la OMS no tiene autoridad alguna para actuar en un estado miembro a menos que ese mismo país pida ayuda. Aun así, Rüdiger Krech, director de Promoción de la Salud de la OMS, explica que tras la epidemia de ébola la organización hizo cambios significativos en su estructura. Un ejemplo: ahora depende en menor medida de los gobiernos nacionales para obtener información crucial para reaccionar ante una situación seria.
“Cooperamos con empresas de tecnología que pueden informarnos de un brote antes de que llegue cualquier confirmación oficial de un gobierno. Nos dicen ‘estamos viendo a muchas personas buscando en Google los síntomas de esta enfermedad’, y usamos imágenes satelitales de agencias espaciales que nos muestran regiones donde muchas personas tienen fiebre”, explica Krech.
El revés de la malaria
La renuncia de la OMS al intento de erradicar la malaria en la década de 1960 es otro ejemplo de política fallida de la organización. En 1955 se lanzó el Programa Global de Erradicación de la Malaria, un camino en el que aún queda mucho por hacer. Parecía prometedor, con 15 países mostrando rutilantes éxitos iniciales en la lucha contra la enfermedad.
Pero hubo poco o ningún progreso en el África subsahariana, y en muchos lugares el término del programa significó que los casos de malaria aumentaran. En 1969, el programa fue descontinuado. “El Programa Global llevó a la OMS al borde de la bancarrota”, dice Gradmann. “Los estados miembros perdieron la confianza en la iniciativa y retiraron el financiamiento”, agrega.
Una de las razones que llevó al fracaso del plan, dice Gradmann, es que la malaria no es solo una enfermedad humana, sino que tiene reservorios en la naturaleza. Esto es una gran diferencia en comparación con la viruela.
¿Y el COVID-19?
Algunos críticos, entre ellos el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se quejaron al comienzo de la pandemia del SARS-CoV-2, causante del COVID-19, de que la OMS no había hecho lo suficiente para apoyar a los estados miembros a enfrentar la pandemia. Pero El-Sadr y Gradmann insisten en que no es trabajo de la OMS realizar esa función. “Durante la pandemia, la OMS entregó información e hizo trabajo administrativo”, dice Gradmann. “Las iniciativas para combatir la enfermedad tenían que provenir de los estados miembros”.
El-Sadr enfatiza que los gobiernos nacionales están a cargo de las medidas para contener mejor la pandemia. Recibían, por cierto, asesorías de la OMS, pero las recomendaciones no eran vinculantes. La entidad “se vio obstaculizada por un mundo dividido con naciones que defendían sus propios intereses a costa de los demás, olvidando los principios que constituyeron la creación de la OMS”, estima El-Sadr.